Reflexiones dominicales embrutecidas.

domingo, 19 de junio de 2016

Costumbres populares.

El caloret aprieta lo suficiente este domingo como para volver insoportable seguir dando vueltas en esta cama emanada de sudor y cuyo hueco femenino lleva horas haciendo ruido en la cocina. Anoche volvió a ser una locura especuladora de placenteras prevaricaciones y malversaciones de fondos, una auténtica fiesta de la democracia de apaños despóticos y chanchullos ilustrados. El negocio fue tan bueno y nos dio tal subidón que, tras pasarnos tres rayas, nos vinimos arriba y acabamos gastando sobres en nuestro habitual club de alterne, donde una negra cumplió mis más oscuras y perversas fantasías sexuales. Me encantan las negras (que no los negros), ya que su naturaleza esclava las hace ser tremendamente sumisas, y así me gustan a mí las mujeres: obedientes. Mi cuerpo está para el arrastre, pero eso no me impide levantarme con una sonrisa en la boca, y es que llevo días esperando que llegue hoy para volver a fichar. El reloj me avisa de que me tengo que dar prisa si quiero pasarme antes por la iglesia para expiarme en la misa de 12, por lo que le doy marcha a mi peluda barriga y me ducho, afeito y embadurno mi translúcida peluca de gomina. Mi señora esposa me ha preparado un desayuno digno de un marqués el cuál devoro con ansía antes de marcharme y dejarla tranquila preparándome la comida.

Me encanta la iglesia, es un lugar fresco y aseado donde las fachadas permanecen impolutas y, aunque el sermón del cura siempre me remuerde un poco la conciencia, mi rezo interior me exime de toda culpa. Y es que quizás yo no sea un santo, pero sí un soldado de Dios, un mártir cuyos actos son realizados para defender a sangre y fuego todos los valores y principios divinos, por lo que estoy tranquilo, ya que sé que el día del Juicio Final obtendré mi merecido perdón.

Tras la homilía, quedo con mis amigos en el bar del Tito Paco y, después de un par de carajillos que nos acercan a la hora del almuerzo, nos desplazamos con nuestros sobres (electorales, por supuesto) a votar, llenos de orgullo y satisfacción, en un nuevo y valiente acto de protección de esta nuestra España (y esta nuestra democracia).

Evidentemente, mi voto es para…


P.D.: Feliz domingo.

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