Reflexiones dominicales embrutecidas.

domingo, 26 de mayo de 2013

Entrevista con el Vampiro


(del 20 al 26 de mayo)

     - No me lo puedo creer.

     Mariano no salía de su asombro. Después de otro duro día más de trabajo, había llegado por fin a casa y había conseguido acomodarse en su austero sillón de Ikea para ver la tele un rato y relajarse, pero jamás se imaginó que la programación de aquella noche acabaría sacándole el corazón del pecho.

     - ¿Qué pasa cariño mío? —le preguntó su mujer que planchaba con delicadeza la ropa justo detrás suyo sin prestar mucha atención a los murmullos hertzianos que llegaban a sus oídos.

     - No me lo puedo creer —repitió Mariano para demostrar su más absoluta estupefacción—. Este hombre es increíble, en serio, no puede ser que esté diciendo todo eso...

     - ¿Qué hombre? ¿Qué ocurre cariñín?

     Hasta su mujer se extrañó de que alguien consiguiera destemplar aquella fría horchata que le corría por las venas a su marido y violara la extrema tranquilidad de la que siempre hacía gala.

     - Es José Mari, está en la tele otra vez diciendo pamplinas, para variar —se quejó Mariano.

     - ¡Ay! ¡Qué pesado! ¿Ese hombre nunca se cansa o qué? ¿Sobre qué está hablando?

     - Sobre mí... Me está criticando... Bueno... ¡qué digo criticando! ¡me está poniendo a parir!

     Rajoy se levantó del sofá alterado con una extraña mezcla de sentimientos: no sabía si estaba enfadado y rabioso o decepcionado y triste.

     - Pero... ¿por qué? Ni siquiera Alfredo me da tanta caña... —comentó Mariano. Estoy haciendo todo lo que él quería, todo lo que él deseaba hacer con este país... He desmantelado la Educación y la Sanidad pública, he obligado a que la moral católica adoctrine en las escuelas y he convertido los pecados en delitos para los infieles. He vuelto a tomar el control de los medios de comunicación para ofrecer con eficiencia la propaganda que tanto me hace falta para justificar lo injustificable, he reprimido todo conato de rebeldía y he criminalizado todo movimiento social contrario a mi régimen dictatorial... ¡Ni siquiera he condenado el franquismo e incluso tengo a la inútil de su mujer como alcaldesa de Madrid!

     - Yo creo que te tiene envidia porque estás convirtiendo en realidad su sueño.

     - Espera, Elvira, calla... Que ahora me acusa de mentir durante la campaña electoral y de no aplicar mi programa electoral... ¡Será hipócrita! ¡Si lo de mentir lo aprendí de él! ¿O acaso no recuerda ya el «créanme que en Iraq hay armas de destrucción masiva» o el «ha sido ETA, ha sido ETA, ha sido ETA»?

     - ¡Ay, Mariano! No le des tanta importancia, está celoso y aburrido porque es parte del pasado y, viendo que el pobre, vago, inculto e ignorante pueblo español te tiene como a un villano, ha decidido darte un puñetazo mediático para erigirse como el santo líder absoluto de la derecha —intentó apaciguarlo su mujer—.

     - Si, ahora viene como iluminado a solucionarlo todo, pero el que se ha pegado ocho años de dura oposición y ha luchado contra la salida a flote de toda la sucia mierda con la que funciona el partido he sido yo... Debería airear más de una cosita sobre él...

     -Tú no eres así, tu eres fiel y obediente, y eso dañaría mucho a tu partido. Además, recuerda que fue su dedo el que te señaló para poder llegar a dónde estás ahora.

     - Es un vampiro... —musitó Mariano. José Mari es Lestat, un muerto viviente cruel y mezquino hasta con su propia familia que viene a chuparme la sangre para poder seguir viviendo en la inmortalidad... Pero beber de mi sangre fría y muerta le matará... Nos matará a ambos... Caeremos juntos maestro y discípulo.

     Elvira se acercó a él y le dio un suave y cariñoso beso en la mejilla. Lo condujo hasta el sofá de nuevo, se sentó a su lado y le dijo:

     -Anda, señor presidente, venga y acurrúquese en mí...

     Mariano obedeció y metió su cabeza entre el pecho y el brazo de su mujer, que mientras tanto le acariciaba el pelo y las barbas.

     -¿Te sientes mejor? —le preguntó Elvira.

     -La verdad es que no mucho —contestó Mariano.

     -Imagina que soy Angela —Mariano cerró los ojos y sonrió—  Sind sie besser, Zuneigung?

     -Ja. Danke sehr!
FIN

Feliz domingo.

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