Reflexiones dominicales embrutecidas.

domingo, 20 de enero de 2013

Uno de los nuestros


(del 14 al 20 de enero)

Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón quise ser del PP. Antes de acudir por primera vez a su sede buscando un trabajo para después del colegio, sabía que quería ser uno de ellos, sabía que allí estaba mi futuro. Para mí, ser uno de ellos significaba ser alguien en un barrio de don nadies. Ellos eran distintos a todos, me refiero a que hacían lo que les daba la gana. La gente como mi padre no lo entendía, pero yo sentía que formaba parte de algo, allí estaba mi puesto y me trataban como a alguien mayor. Día a día aprendí el oficio...

Aprendí que cuando tu familia Popular tiene el poder absoluto, puedes irte a Cuba siendo un cachorro de sus Nuevas Generaciones y jugar a los espías. Si acabas cometiendo un homicidio imprudente mientras conduces con el carné retirado, tu clan te apoyará. Por eso si la neodemoníaca justicia comunista y castrista te declara culpable en La Habana, no te preocupes que te extraditarán y te pondrán en libertad en menos de lo que tardo en escribir este párrafo, para después devolverte tu trabajo en un país donde no abunda el empleo. Ángel Carromero es uno de los nuestros.

También aprendí que aunque seas alguien importante dentro de la organización, puedes estafar a tu país y llevarte hasta 22 millones de euros a Suiza. Si sospechan de los continuos viajes que realizas allí, pon la excusa de que son por amor al alpinismo. Si te pillan, puedes dimitir de cara al público, que ya el partido se encargará de seguir manteniendote en la sombra un despacho en Génova, un coche oficial y una secretaria. Incluso puedes acogerte a escondidas a la amnistía fiscal que los tuyos realizan en cuanto llegan al poder y regularizar la fortuna amasada tras años de intenso mangoneo en los cuales solo había que preocuparse de cerrar bocas con abultados sobres. Luis Bárcenas es uno de los nuestros.

La verdad que no tengo ni idea de cómo se ha acabado descubriendo lo de este compañero, ya que anulamos al juez Garzón por llevar a cabo tan bien la investigación, cambiamos la cúpula de la fiscalía anticorrupción que iba detrás de la Gürtel y, aún así, con todas las trabas legales posibles que hemos puesto, la mierda está consiguiendo salir a flote.

Y por supuesto, aprendí el noble arte del enchufismo, evolución del caciquisimo franquista, para dar trabajo a todo mi entorno y asegurarme así los votos suficientes para mantener la corona de la Diputación bien encajada en la cabeza. Baltar también es uno de los nuestros, y su hijo, que ha evitado la investigación, también. 

Aprendí, además, la forma de entrar en política para manejar el dinero público a mi antojo dentro del marco legal para mi propio beneficio, por ejemplo gastando en infraestructuras que luego son cedidas o vendidas a precio de ganga a mis amigos. El capitalismo me permite vender la Sanidad Pública para que sea desmontada y saqueada por varias empresas afines y cercanas a mi clan Popular. Y por supuesto puedo ampliar el saqueo a todos los campos posibles, como la vivienda. Cospedal, su marido y  Güemes son de los nuestros.


Este último también me enseñó a tener la poca vergüenza y la cara dura de hacerme la víctima ante los justificados ataques de un pueblo enfurecido y engañado.


Otro ejemplo de saqueo muy bueno que muestra lo que somos capaces de llegar a hacer por llenarnos los bolsillos es el de Rodrigo Rato, que contra todo pronóstico hundió Bankia, el banco que antiguamente había sido la Caja de Ahorros que más nos había beneficiado. Y aunque la justicia está tocándole un poquito la moral (solo un poco), él se permite hasta cambiar su declaración por escrito días después de haber comparecido ante el juez, donde juró decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad con derecho a rectificarla por escrito. Pero Rato es uno de los nuestros, y como sabemos cuidar bien de nuestro clan, lo hemos mandado a acabar sus días en la plácida cueva de Alí Babá que es Telefónica.


Todo este universo familiar de la política es realmente solidario, no como el resto del mundo, pues la ayuda mutua en la familia se hace patente en el indulto a un conductor kamikaze y asesino que tuvo la suerte de ser defendido por el hijo del ministro de Justicia. Gallardón y los suyos, también son de los nuestros. Y si pasas por dificultades siendo alcalde de un pueblo, puedes cometer 12 delitos urbanísticos para el beneficio propio que luego tu familia cuidará de ti y te indultará. Y por supuesto, a todos esos sicarios que mantienen a raya a un pueblo cada día más insoportablemente harto de nosotros habrá que indultarlos también cuando ejercen, como autoridad, su democrático derecho a pegar hostias.


Pero hay que cuidarse siempre de tener mujeres modernas y valientes que, aparte de mejorar la imagen de cara al público, intenten sacar las castañas del fuego con falsos discursos plagados de sentimentalismo barato y demagogia, manipulando la empatía de la sociedad y apelando a la bondad del pueblo para que en un acto de patriotismo y honor perdonen la crueldad con la que los gobernamos. Soraya Sáenz de Santamaría también es de los nuestros.


Ahora, esta gran familia Popular está pasando por problemas y yo estoy atento a cómo todo se desmorona, sabiendo que tras el vendaval, por fin tendré la oportunidad de escalar peldaños dentro de este histórico y magnífico partido y ,con suerte, llegar a ser un auténtico rockanrolla. Me siento como Ray Liotta en Uno de los nuestros.


Feliz domingo.

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