Reflexiones dominicales embrutecidas.

lunes, 11 de julio de 2016

Gloomy Sunday

Mis manos hoy no escriben, más bien tiemblan sobre el teclado, sabiendo que estas son las últimas palabras que saldrán de este furioso cañón que abrí un más que lejano 27 de mayo de 2012. Los domingos han dejado de ser días de no funcionar, de no hacer nada... Han dejado atrás esa atmósfera de odio que los venía rodeando para convertirse en alegres y agradables días del señor. Quizás me he convertido en un señor. Quizás he perdido la ilusión y va menguando la esperanza. Quizás esta forma de combate está en desuso y es inútil. Quizás las palabras son armas demasiado mortíferas para un país cobarde que se vanagloria de no leer. Quizás falla la táctica de esta estrategia. Quizás no haya que criticar tanto a los políticos, que en el fondo es lo que hace todo el mundo, y haya que autocriticar más a la sociedad, que es lo que no hace nadie. Quizás la estrategia sea utopía. Quizás la utopía sea imposible. Quizás lo imposible sea ficción...

Quizás, quizás, quizás... Todas estas dudas que revolotean mi cabeza cuál si de agresivas gaviotas se tratasen, me han conducido al final de esta aventura. No puedo seguir escribiendo desde el odio y la rabia para conseguir el convencimiento de los convencidos y la risa de los vencidos. Ha llegado el momento de pegarse un tiro y reventar este saco de bytes. Ha llegado la hora de cargar la pistola con música y metérsela en la boca directa a la sien para apretar el gatillo. Las contradicciones afloran hasta en el rocoso filo del abismo al que me asomo en este final, pues voy a convertir este soleado y caluroso domingo de verano en el infinito sur andaluz, en una melancólica, triste y oscura canción, de la mano de la más melancólica, triste y oscura de las divas que cantaba la más melancólica, triste y oscura de las músicas: Billie Holiday - Gloomy Sunday


Así que, sin más dilación, con esta melodía conocida como la canción húngara del suicidio, llega el fin de una etapa efervescente de indignada rabia y rebeldía... Cuesta trabajo ponerle punto y final a algo que se ha comido tanto tiempo en estos últimos años, pero...

-¡Clickea ya, cobarde! Tan solo vas a cerrar un blog...

Feliz domingo.

P.D.: Para leer la genial historia de esta triste canción, visita el blog http://hablem0sdemusica.blogspot.com.es/2016/07/la-cancion-hungara-del-suicidio.html. Creedme, merece la pena saber la macabra historia que rodea a esta canción.

¡CLICK!


domingo, 26 de junio de 2016

La unión del mal

Si no tuviera este desierto en la boca y esta presa desbordándome la próstata, no habría dios que me levantara este domingo. Anoche se nos fue de las manos… y es que cuando mis colegas y yo celebramos un ritual satánico, nunca sabemos cómo vamos a acabar, si sacrificando vírgenes o consumiendo ron sin marca ni medida. Sé que una ducha me quitaría parte de la resaca, pero me huelo los sobacos y el olor no es lo suficientemente potente como para no poder aguantar un día más. Además, el agua me estropearía las rastas y, la verdad, las tengo realmente bonitas hoy. Después de desechar el jabón, me voy a la cocina y desayuno un pequeño y delicioso bebé descongelado con un litro caliente de Skol para poder tomarme la pastilla de ibuprofeno. Tengo ganas de jugar en mí trono, pero el salario social que percibo por no trabajar no me da para comprar papel higiénico, por lo que me voy a defecar al Burger King de la esquina para así poder decir también que me cago en las grandes corporaciones. Al salir, los coloridos carteles me abren el hambre y me pido una hamburguesa, pues siendo las 6 de la tarde, ya es hora de que coma algo.

Tengo que ir al colegio electoral y espero que queden papeletas de mi partido, pues el voto que tenía preparado acabé usándolo anoche como papel de fumar en un tremendo canuto de fin de fiesta, pero antes me paso por la plaza de la Iglesia a tomarme un litro del Kiosco de Alberto con unos cuantos colegas de aquí y de allá. El infierno comienza a abrir sus puertas en el cielo a través del calor de este luciferino sol que proyecta maléficas sombras sobre nuestros rostros endemoniados. Quedan 5 minutos para que cierre el colegio electoral, por lo que apuro la botella y me voy a votar con mi maléfica sonrisa en la boca.

Creo que es hora de volver a descubrir que los reyes son los padres. O, más bien, empezar a poner los regalos nosotros, por eso voy a votar a…


Feliz domingo.

domingo, 19 de junio de 2016

Costumbres populares.

El caloret aprieta lo suficiente este domingo como para volver insoportable seguir dando vueltas en esta cama emanada de sudor y cuyo hueco femenino lleva horas haciendo ruido en la cocina. Anoche volvió a ser una locura especuladora de placenteras prevaricaciones y malversaciones de fondos, una auténtica fiesta de la democracia de apaños despóticos y chanchullos ilustrados. El negocio fue tan bueno y nos dio tal subidón que, tras pasarnos tres rayas, nos vinimos arriba y acabamos gastando sobres en nuestro habitual club de alterne, donde una negra cumplió mis más oscuras y perversas fantasías sexuales. Me encantan las negras (que no los negros), ya que su naturaleza esclava las hace ser tremendamente sumisas, y así me gustan a mí las mujeres: obedientes. Mi cuerpo está para el arrastre, pero eso no me impide levantarme con una sonrisa en la boca, y es que llevo días esperando que llegue hoy para volver a fichar. El reloj me avisa de que me tengo que dar prisa si quiero pasarme antes por la iglesia para expiarme en la misa de 12, por lo que le doy marcha a mi peluda barriga y me ducho, afeito y embadurno mi translúcida peluca de gomina. Mi señora esposa me ha preparado un desayuno digno de un marqués el cuál devoro con ansía antes de marcharme y dejarla tranquila preparándome la comida.

Me encanta la iglesia, es un lugar fresco y aseado donde las fachadas permanecen impolutas y, aunque el sermón del cura siempre me remuerde un poco la conciencia, mi rezo interior me exime de toda culpa. Y es que quizás yo no sea un santo, pero sí un soldado de Dios, un mártir cuyos actos son realizados para defender a sangre y fuego todos los valores y principios divinos, por lo que estoy tranquilo, ya que sé que el día del Juicio Final obtendré mi merecido perdón.

Tras la homilía, quedo con mis amigos en el bar del Tito Paco y, después de un par de carajillos que nos acercan a la hora del almuerzo, nos desplazamos con nuestros sobres (electorales, por supuesto) a votar, llenos de orgullo y satisfacción, en un nuevo y valiente acto de protección de esta nuestra España (y esta nuestra democracia).

Evidentemente, mi voto es para…


P.D.: Feliz domingo.

lunes, 13 de junio de 2016

El obrero (desam)parado

Mis párpados se despegan sin rapidez ni pereza en algún minuto intermedio entre las 9 y las 10 de este nuevo domingo electoral. 7 van ya, a cada cual más triste… Con todo lo que luché yo en la Transición…. (que no antes).

Sin mucho apetito, desayuno apaciblemente en mi pequeña cocina mientras escucho en la SER a un locutor con la ilusión atragantada, y leo El País, cuyos márgenes se han ido escorando cada vez más a la derecha hasta hacer su lectura bastante complicada. Tras un pequeño y rutinario aseo, es hora de salir…

Hace calor y el sol derrite el asfalto, quizás por ello siento como si mis pies se pegaran al alquitrán, pues me cuesta levantarlos en mi lento caminar hacia el bar de toda la vida, hoy regentado por Pedro en la barra y Susana en la cocina, un pequeño rincón que, aunque ha pasado ya por varias manos, mantiene su decoración intacta de los tiempos del abuelo Felipe, hoy ya jubilado y con vida de eterno veraneante. Debato un rato con mis amigos sobre las mismas cuestiones y problemas que siempre, esgrimiendo los mismos argumentos y aportando las mismas soluciones, hasta que, tras un par de cañas, decidimos por fin ir a votar (otra vez más).

Mis ganas brillan por su ausencia, pero el pasado me empuja al colegio electoral hasta que mi voto inercial cae en la urna casi sin ganas, como si se tratara de un pétalo que mustio se desprende de su origen para morir en el suelo, y es que esta democracia que creció como una rosa se ha ido marchitando hasta tener más espinas que flor.


Por lo que, evidentemente, mi voto es para...

P.D.: Feliz domingo.



domingo, 5 de junio de 2016

Un ciudadano ejemplar

Como cada domingo, el despertador me golpea a las 06:30 y, en unos pocos minutos de efectivo automatismo, ya estoy listo para ir a trabajar. De lunes por la mañana a viernes por la tarde soy un valiente autónomo experto en fontanería, pero los fines de semana, me encandilo el delantal y trabajo de camarero en el bar de mi amigo Albert, así puedo tener algo más de dinero a final de mes. No conozco lo que es el tiempo libre, pero sé que es la única forma posible de forrarme de un modo honrado, y es que cualquiera puede llegar a ser rico. Es decir, si en este país hay tantos millonarios… ¿por qué no voy a ser yo uno de ellos? Mira Amancio Ortega, un hombre que empezó desde abajo y que ahora es el que parte el bacalao en este país. O El Pocero, cuyo analfabetismo no le ha impedido llegar a la élite industrial de la sociedad española. Sí, se puede llegar a ser rico y yo voy a serlo.

Me paso la mañana entre tostadas y cafés que vienen y van, van y vienen, mientras pienso en mi preciado sueño… A mis 44 años aun no tengo una casa grande y lujosa, ni un coche de alta gama, ni trajes y zapatos caros, pero sé que algún día los tendré. Llevo trabajando desde los 16 y tampoco voy a restaurantes caros ni a discotecas de moda, ni hago viajes en primera alojándome en hoteles de cinco estrellas, pero sé que algún día lo haré. Tan solo debo seguir trabajando día y noche sin descanso y conseguir que estos politicuchos dejen de robarme por activa con su corrupción y por pasiva con sus impuestos, por eso, a las 12:30, le pido a Albert que me dé diez minutos de descanso para acercarme al colegio electoral y depositar mis ilusiones en la papeleta que desde esta mañana llevo bien guardada en el bolsillo de atrás.

Sé que mi sueño es posible, sé que podré llegar a viejo con una fortuna de dinero…

…y una ruina de tiempo.

Por lo que, evidentemente, mi voto es para...

P.D.: Feliz domingo.